SI eres alguien que ha determinado en su corazón que la respuesta a tu vida es el Señor Jesucristo, y que ya no andas buscando en otras personas, filosofías, etc., la razón de tu existencia, estás en el camino del crecimiento espiritual. Esa lucha sostenía Pablo por los creyentes de la iglesia en Colosas.

Colosenses 2. 1-4. Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; 2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, 3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.4 Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.

La única manera de ir resolviendo nuestros conflictos espirituales, existenciales, vocacionales, financieros, etc., es con la revelación del amor de Dios y de Cristo.

Padre de mi Señor Jesucristo, hoy doblo mis rodillas delante de ti, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que me des, conforme a las riquezas de tu gloria, el ser fortalecido con poder en mi hombre interior por tu Espíritu, para que habite Cristo por la fe en mi corazón, a fin de que, arraigado y cimentado en amor, sea plenamente capaz de comprender con todos los santos, cuál sea la la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que sea lleno de toda tu plenitud. Y tú que eres poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pido o entiendo, según el poder que actúa en mí, a ti sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.