Habiendo echado fuera los demonios, estos no se
desaparecen, siguen ahí y querrán regresar. Son como las plagas domésticas, ratones, ratas, cucarachas y pulgas, hay que mantenerlas fuera. Los demonios nos tientan, nos hacen sentir que seguimos atados o que no heos sido perdonados. Lanzan dardos de fuego a la mente, pensamientos sucios o mentirosos que creemos que son nuestros, nos ponen culpa falsa, etc. El faraón siguió a los Israelitas que cruzaron el Mar Rojo, el cual se cerró y ahogó a los egipcios.
REEMPLAZA:
Lo que ocupaba el diablo que lo llene el Espíritu Santo. Renueva tu mentalidad y reafirma tus convicciones respecto al o que eres EN CRISTO.
Mete la Palabra a la mente hasta que baje al subconsciente y sea revelación al corazón. Llénate de su verdad. Cambiar la mente es la antesala para cambiar nuestra vida. Derriba las fortalezas de incredulidad y construye una nueva fortaleza de pensamientos y creencias basadas en la verdad.
Reagenda tu vida para estar más disponible para el Señor y no para ti. Se radical en tu fe. La liberación no cambia nuestro carácter ni arregla a la carne, tampoco nos saca de la tibieza. Tenemos que proponernos cambios de vida: Menos redes sociales, más adoración. Dejar las relaciones que nos inducen a una vida pecaminosa. Testifica lo que ha hecho Cristo en ti. Echa raices en el Señor, en Centro de Vida Lomas y en tu Casa de Vida. Sirve aquí al Señor.
2 Corintios 3.17. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Gracias Padre porque la verdad me ha hecho verdaderamente libre. Hoy me consagro a ti. te doy mi tiempo, mis recursos y mi vida entera. Gracias porque la sangre de Cristo pago el precio de mi vida, te pertenezco y sé que cumplirás tu propósito en mí. Me usarás para liberar cautivos y dar vista a los ciegos con tu poder, en el nombre de Jesús, amén.