1 Timoteo. 6. 6-7. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
A la mayoría nos gustan las sobremesas, esos momentos posteriores a la comida, donde charlamos y tomamos café. La sobremesa es placentera porque ahí nos informamos del estado en que se encuentran los seres amados y los amigos. A veces nos ha servido para hablar del Señor Jesús a los que no le conocen, o para animar a los atribulados a salir adelante confiados en su amor. La sobremesa es por lo general un tiempo de risa, de contento, que también tiene que ver por sentirnos satisfechos de haber alimentado al cuerpo. Como dice el dicho: “barriga llena, corazón contento”.
El contentamiento es un estado de satisfacción interna (espiritual, mental y emocional) resultante de la comprensión de estar en Cristo. ¿Podremos ser hijos de Dios y no estar contentos? Por desgracia sí… Por eso es tan importante comprender lo que significa la nueva vida en Él ¡Tenemos a Dios en el corazón, el Padre nos ha declarado
“justos” por gracia por medio la fe en la obra de su Hijo Jesucristo!
Romanos 5.1. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Ahora somos hijos amados de Dios, participamos de su familia, de su Reino, y estamos siendo renovados en el alma, para ser cada día más parecidos a Jesús en carácter y acciones. ¡Estamos viviendo la mejor vida, gracias a Cristo! Así que contentamiento es estar satisfechos por lo que somos en Cristo y con lo que tenemos hoy.
Gracias Padre porque, sin merecerlo, me has hecho partícipe de tu familia, de tu reino y de todos tus beneficios. Abre mis ojos, porque quiero ver tanta grandeza. Abre mi entendimiento, a través de tu Espíritu Santo, para entender lo que esto significa, y mi boca, para hablar de tus maravillas y dejar de quejarme de lo que supuestamente no tengo, cuando en realidad, lo tengo todo, en el nombre de Jesús, amén.