Todos hemos vivido temporadas de abundancia y de escasez, de vacas gordas y flacas, pero si somos sinceros, en muchos casos los problemas financieros son el resultado de nuestra incapacidad para administrar el dinero correctamente. Dios quiere prosperarnos en todo, en la medida que nuestra alma prospera.
Prosperar en Cristo, es embarcarnos en un viaje ilimitado rumbo a la plenitud. Nuestra alma irá prosperando y nuestra vida también, en la medida en que renovemos nuestra forma de pensar y de vivir con su Palabra. La prosperidad de nuestro mundo interno está relacionada con la prosperidad externa, la de los negocios, las relaciones personales y el ministerio. Hay mucho conocimiento bíblico práctico esperándonos, sabiduría para vivir en forma exitosa, próspera. Dios es un buen administrador. Por ejemplo:
Proverbios 21. 5. Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
DILE AL SEÑOR: ¡Quiero ser un buen administrador de los recursos que me das! ¡Dame tu sabiduría para vivir las bendiciones de la obediencia!
Deuteronomio 28. 12. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado.
Así que nuestro problema es más bien administrativo. Ejemplo: No todo lo que ingresa a nuestro comercio es utilidad neta, la suma de las ventas es el ingreso bruto. Un estado de resultados se integra por ingresos, menos costos y gastos, para conocer la utilidad bruta. A partir de ahí, hay que pagar los impuestos y derechos para saber cuál es la utilidad o pérdida neta. Habiendo utilidad, habremos de considerar pagar el diezmo al Señor y disfrutar de lo restante.
Padre gracias por la inteligencia y la sabiduría espiritual que has puesto en mí. Gracias porque tengo la mente de Cristo. Ayúdame a funcionar en mi vida de acuerdo a los principios que me enseñas en tu palabra y a no dejarme llevar por la sabiduría de este mundo, que es terrenal y diabólica. Perdóname por no haber sido un buen administrador de las riquezas que me has dado y ayúdame a salir adelante, en el nombre de Jesús, amén.