CONTENTAMIENTO Y VIDA FRUCTÍFERA

Cuando no estamos satisfechos, andamos de ingratos quejándonos por no tener lo que quisiéramos o codiciando lo que tiene el prójimo. Una actitud descontenta nos hará infructuosos. Recordemos lo que dice la parábola del sembrador. Veamos como responden a la Palabra los diferentes suelos, es decir corazones:

Marcos 4. 18-20. Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, 19 pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida, el atractivo de la riqueza y el deseo por otras cosas, así que no se produce ningún fruto. 20 Y las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que oyen y aceptan la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! NTV.

Que tu vida como hij@ de Dios no sea infructuosa por la codicia y la preocupación, decide un cambio en tu actitud para no ser un cristiano estancado y a disgusto. El contentamiento es la decisión de estar satisfecho y agradecido por la revelación de la fidelidad de tu Padre a su Palabra. ¡Nunca te dejaré ni te abandonaré!

Hebreos 13. 5-6. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.

Padre, gracias por tus maravillas y tus incontables beneficios. Gracias porque tu protectora mano de amor, de gracia, de perdón, de misericordia, siempre está conmigo. No alcanzo a enumerar tus beneficios y tu misericordia, que es nueva para conmigo cada mañana. Te doy gracias por la vida de mi familia, por el pan de cada día, por la salud inquebrantable, por las fuerzas de búfalo, porque todo donde pongo mi mano prospera, porque multiplicas mi heredad, porque cada una de tus promesas son: ¡Sí! y ¡Amén! No me cansaré de alabarte y de glorificarte, porque no estás enojado conmigo, porque eres un Padre amoroso y tu Espíritu Santo me guía diariamente por el camino de rectitud. Gracias por tu misericordia, tu gracia y tu verdad, en el nombre de Jesús, amén.

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