En muchos matrimonios se puede hablar de todo menos de dinero, porque acaban peleando. Se presume que el 70% de los divorcios tienen su origen en el pobre manejo de las finanzas. Desde el hecho de que cada cónyuge insiste en tener “su propio dinero” y no lo colocan en una bolsa común, hasta la dificultad para ponerse de acuerdo en qué gastar; o el “no me dice cuánto gana…”. Y no digamos aquello que se derrocha en alcohol o en apuestas a costillas de la despensa de los hijos… ¡El amor con hambre no dura mucho!
Muchos viven hoy de deuda en deuda, de pago en pago, de corte de luz en corte de luz. No se resistieron al “buen fin” ni a los meses sin intereses, y compran cosas superfluas. Nos endeudamos y luego no sabemos cómo salir del “mal fin”.
Proverbios 22. 7. El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.
Usa la soga financiera (tarjeta de crédito) solo para emergencias. Tu tarjeta de débito es lo que eres y lo que tienes. La parábola de los talentos nos dice que Dios invierte en los que administran bien.
Tenemos que confrontar la verdad de nuestra economía. No dejemos de hablar de los problemas de hoy, hoy. Hagamos un presupuesto mensual de ingresos y gastos, para administrar mejor el dinero.
Padre, gracias porque deseas que sea prosperado en todas las cosas, así como prospera mi alma. Deseas para mi una prosperidad integral. Te pido perdón por la mala administración de mis finanzas, por haber confiado en las tarjetas y no en ti y ahora estar metido en esta deuda interminable. Hoy me arrepiento y rompo toda maldición en esta ára y te pido que abras mis ojos a la verdad de mi economía para poder dar pasos seguros hacia la solución definitiva. Desde hoy no gastaré más de lo que gano y te pido me ayudes con nuevas fuentes de ingreso para saldar todas y cada una de mis deudas, con inteligencia y sabiduría espiritual, en el nombre de Jesús, amén.