A Abraham se le conoce como el padre de la fe. Se considera que su fe firme en Dios y sus promesas, su obediencia y su constante búsqueda del Señor, es la razón por la cual fue elegido para ser el primer patriarca de los hebreos y en última instancia, del resto de las naciones.
Santiago 2. 23. Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
Dios le prometió un hijo en su vejez y Abraham se fortaleció en fe, no mirando su cuerpo físico, que estaba muy anciano para tener hijos, al igual que el vientre de Sara, pero creyó a Dios sin vacilar porque estaba convencido de que Dios es poderoso para cumplir lo que promete. Debido a su fe Dios lo consideró justo, lo cual fue no solamente un beneficio para él, sino para cada uno de nosotros, si creemos en Él, quien levantó a Jesús de los muertos, fue entregado a muerte por nuestros pecados y resucitado para hacernos justos delante de Dios.
Romanos 4. 16-17. Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. 17 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.
Padre, gracias por el maravilloso ejemplo de Abraham. Tú conoces todas mis imposibilidades, todo lo que te he pedido, lo que he anhelado y esperado. Yo hoy pongo cada una de ellas delante de ti. Hoy creo, como Abraham y me fortalezco en fe dándote gloria cada momento de mi vida. Creo que tú llamas a las cosas que no son como si fueran y así las llamo hoy: declaro sanidad en mi cuerpo, redención para mi familia y amigos, deudas canceladas, depresión y tristeza se convierte en gozo de mi salvación por tu poderosa mano. Hoy creo y te doy gloria por cada oración contestada, porque recibo cada promesa que me has hecho, en el nombre de Jesús.
