JESÚS Y DIOS SON UNO:

JESÚS Y DIOS SON UNO:

Aunque sus discípulos se sentían un poco extraños respecto a Dios Padre, porque no lo habían conocido personalmente, supieron por el mismo Señor Jesús que el Padre y Él, son lo mismo. Veamos lo que dice en los versículos siguientes.

Juan 14. 7-11. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

Aunque Felipe estaba cerca del Señor, sentía que no conocía al Padre. Por eso le pide en el verso ocho: “Muéstranos al Padre”. Aunque el Señor hablaba continuamente de su Padre, los discípulos no habían tenido la revelación; y quizá tú mismo, que estás leyendo esto, tampoco la has tenido, o no la tienes como debes tenerla. Jesús le dijo algo sumamente significativo: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”.¡En Jesucristo tenemos la visión perfecta de Dios Padre!

Juan 10. 28-29. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 30 Yo y el Padre uno somos.

Padre, gracias porque Jesús es el buen Pastor que dio su vida por sus ovejas, de las cuales, yo soy una de ellas. De ahí obtengo la seguridad y la confianza de que siempre me cuida, me protege y me alimenta. Me guía por camino seguro a delicados pastos donde me hace descansar. Perdóname por desviarme a mis propios caminos y aventuras, donde solo encontré extravío, peligro y dolor. Jesús, gracias por entregar tu vida para llevarme a nuestro Padre, gracias por la dependencia y el acuerdo total de esta maravillosa vida que me has otorgado, en el nombre de Jesús, amén.

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