El corazón es donde se asientan y echan raíces las creencias, aquello de lo que estamos plenamente convencidos y dispuestos a vivir y a defender. Las creencias son sustento de nuestra FE y definen nuestras actitudes (posturas frente a la vida). Amar a Dios con todo el corazón significa que creemos en Él y le creemos a Él, por encima de todo. Le amamos porque hemos experimentado su amor incondicional. Así fue como recibimos la salvación en Cristo Jesús: “Con el corazón creímos y con la boca lo declaramos”.
Romnos 10. 9. 10. que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Podemos amarle con todos nuestros DESEOS, AFECTOS, CREENCIAS Y DECISIONES. Nuestro corazón es el centro de mando desde donde se gobierna nuestra vida. ¿Quién la gobierna hoy? ¿En parte Dios y en parte tú? Él desea gobernarlo todo, sentarse en el trono para quitar toda idolatría y limpiar toda mentira e intención maligna; para hacernos vasos llenos de Él; y para hacer cosas extraordinarias en su poder.
Mateo 15. 18-19. Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Padre amado, Dios de amor. De tal manera me amaste, que diste a tu único Hijo para rescatarme, para que hoy pudiera estar cerca de ti, ser transformado desde mi interior, desde lo más profundo. Tú me quitaste el corazón de piedra, insensible e incapaz de obedecer. Me implantaste un corazón de carne, conforme al tuyo, que da y que se entrega totalmente. Además me diste a tu precioso Espíritu Santo que está sobre mí y habita en mí, para ser capaz de quitar las viejas costumbres, las viejas durezas, las viejas desobediencias. Ya no me pertenecen. Hoy amo como tú amas y amo lo que tú amas. Puedo sentir como tú sientes. Gracias, en el nombre de Jesús, amén.