A pesar de las crecientes tensiones en el mundo, el Espíritu Santo nos anima a creer que viene un avance para su iglesia y por ende para cada uno de nosotros; tenemos que estar preparados para la gran cosecha de almas que se avecina.
Neguémonos a tener miedo al futuro, decidamos cooperar con Él y sigamos sus impulsos para ser renovados, ungidos y santificados. La oscuridad es el contraste perfecto para ver la gloria del Señor. ¡El Padre está apasionado por ti y por cada uno de sus hijos e hijas!
Santiago 4. 5. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
EL ESPÍRITU SANTO TRAE LIBERTAD A NUESTRA VIDA.
En forma de una mayor pureza, de una fe y una pasión más fuerte y poderosa, y de una intimidad más profunda con el Padre y con el Señor Jesucristo. El Señor es nuestro Salvador y Rey, pero nunca deja de ser nuestro Padre, nuestro Sanador, Proveedor, Consolador y Libertador. Incluso cuando nos confronta y nos disciplina, es para incrementar nuestro conocimiento de su verdad que trae libertad.
Juan 8. 31-32. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Padre, gracias por el amor tan grande y el cuidado perfecto que tienes para mí. Nunca me dejas ni me desamparas. El día que me encuentro afligido y muchas veces desesperado, vienes a mí y tocas mi corazón con tu palabra, traes la paz que sobrepasa todo entendimiento y el consuelo que necesita mi alma, además de nueva fuerza y deseos de seguir adelante. Gracias por la unción fresca, el fuego nuevo, la pasión renovada y por cumplir mis sueños y deseos que se hacen realidad mientras confío en ti y sigo tu ejemplo, en el nombre de Jesús, amén.