Es la filosofía que da la preeminencia a la razón humana y a los hallazgos de la ciencia. Considera que la evidencia de los sentidos y la acumulación de conocimiento es la única fuente confiable para comprender el mundo y tomar decisiones. El humanismo cree que el conocimiento verdadero es solo aquel aterrizado en la comprensión y verificación hecha por la razón humana.
Los discípulos, por el contrario, sabemos que lo verdadero del conocimiento humano, ha de ser llevado a LA VERDAD de la Palabra de Dios, ya que el Señor es quien tiene la solución y la razón en todos nuestros asuntos. Por ejemplo: Un médico nos da un diagnóstico pesimista de salud. Este diagnóstico es verdadero desde la perspectiva de la ciencia médica; pero como creyentes, ha de ser llevado a la verdad de la Palabra, donde el Señor nos dice lo siguiente:
Isaías 53. 5. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
¡Si Jesucristo ya pagó por nuestras enfermedades en su propio cuerpo, el diagnóstico médico debe subordinarse a la verdad de la Palabra! ¡Eres sano en el nombre de Jesús! Para el humanista, los valores morales son subjetivos y tienen validez únicamente en el contexto de la vida presente; son relevantes en el aquí y el ahora; por lo que la ética humanista no considera ningún valor como absoluto; todo ha de ser valorado dependiendo de las circunstancias y alternativas del criterio humano. Por eso vemos legalizadas prácticas que la Palabra de Dios determina como aborrecibles.
Padre, gracias por enseñarme a recibir todos y cada uno de los beneficios de tu palabra. Todas las promesas contenidas en ella son para mí. Desde hoy, renuncio a todo lo que el mundo me ha enseñado y adoctrinado, pues ahora puedo ver claramente que son engaños que van en contra de lo que dices en tu palabra, de lo que Jesucristo ganó para mí en la cruz. Desde hoy dedicaré mi tiempo y esfuerzos a la renovación de mi mente, para ser transformado conforme a la verdad de tu palabra, descartando todo engaño y llevando cautivo todo pensamiento que se levante contra el conocimiento de Cristo. Gracias porque la verdad me ha hecho libre, en el nombre de Jesús, amén.