En la Biblia encontramos relatos maravillosos de hombres y mujeres que por la fe enfrentaron y vencieron problemas, desafíos y obstáculos. Cuando el Señor nos dice que hablemos con fe al monte para que se desarraigue, está refiriéndose a los estorbos que no pueden vencerse por medios naturales; sino por una fe activa.
Marcos 11. 23-24. Porque de cierto les digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, les digo que todo lo que pidieren orando, crean que lo recibirán, y les vendrá.
DETRÁS DEL MONTE ESTÁ LA VICTORIA:
Para David y para el pueblo de israel, el gigante Goliat era un gran monte. Pero del otro lado de la derrota del gigante, a David le esperaba un trono. ¿Qué le permitió vencer a Goliat? Su fe en Dios.
1 Samuel 17. 26, 36-37. Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? 36-37. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
La fe en Dios nos da la victoria sobre todo lo que obstaculiza la bendición. Toda montaña parece decirnos: ¿Cómo le vas a hacer, si soy más grande que tú? Ante su desafío, podemos quedarnos donde estamos, intentar darle la vuelta, o quitarla de nuestro camino. Esta solución, que a todas luces parece fuera de lo normal, es la que nos invita el Señor a tomar.
Padre, gracias por toda la salvación integral que me has concedido mediante el sacrificio de tu Único Hijo Jesucristo en la cruz. Quiero vivir un vida útil e integral como hijo tuyo y para ello, no estaré más escondido detrás de las montañas y las circunstancias que me han detenido hasta hoy. Las enfrentaré y lucharé en tu nombre y con tus armas por lo que me pertece en tu reino. Hoy acepto el reto y me extiendo a lo que está delante de mí, en el nombre de Jesús, amén.