Jesús dijo: Cualquiera que le dijera a este monte, quítate y échate en el mar, no dudando en su corazón, sino creyendo que las cosas “dichas” serán hechas, así serán. Le damos la orden a la montaña, que se remueva. No oramos a Dios, ni le rogamos, ni le pedimos a Él que nos quite el problema. Nosotros le ordenamos al problema: ¡Salte de mi vida! Tenemos que decirle:
¡Vete enfermedad, pobreza, depresión, cáncer, tienes que irte ahora, en el nombre de Jesús!
Marcos 11. 23-24. Porque de cierto les digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, les digo que todo lo que pidieren orando, crean que lo recibirán, y les vendrá.
De acuerdo con las Palabras de Jesús, tendremos lo que mandemos, así que es clave tomar la autoridad que Cristo nos ha dado. Quien la desconoce dice: ¡Dios mío, por qué tengo tantos problemas, haz algo! ¿Qué no me amas? Y Dios responde: ¿Qué pasa hijo(a)? ¡Ya te he dado autoridad!
Lucas 10. 19. He aquí les doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada les dañará.
Padre, gracias por el poder que me has dado al pronunciar tu nombre. No estaré más sentado esperando a que los problemas se vayan, las montañas sean removidas, se vayan mis enemigos, me alcancen tus milagros. Hoy doy un paso de fe y me levanto de la postración, de la depresión, del conformismo. Me sumergiré en tu palabra hasta encontrar la palabra especial que tienes para mí, para hoy, para esta circunstancia que estoy viviendo, para esta montaña que me está deteniendo, la palabra rhema, que hablaré, declararé y establecerse en mi vida. Hablaré a la montaña: ¡sal fuera! No tienes parte en mi vida, en el nombre de Jesús, amén.