A los hijos de Dios nos encanta esta escritura, tenemos la idea de que, llevando a los niños a la escuela dominical, estamos cumpliéndola; y aunque quizá en la adolescencia varios se aparten del Señor, cuando sean adultos regresarán a Él.
Nuestros hijos no tienen por qué ser rescatados más adelante del fango del pecado, cuando pueden servir a Dios con todo su corazón desde pequeños, y permanecer así siempre. Revisemos qué estamos haciendo como padres, y determinemos el camino correcto a seguir para formar una generación sobrenatural de hij@s de Dios.
Proverbios 22. 6. Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
Si para instruir a los hijos en el Señor lo único que hiciéramos fuera traerlos a la iglesia los domingos, estaríamos exponiéndolos a la Palabra, solamente 52 horas al año (y eso si no faltaran ningún día).
La realidad es que la mayoría de nuestros hijos, no asisten a escuelas cristianas, sino seculares, por lo que reciben enseñanzas de maestros humanistas, ateos, o científicos, con creencias espirituales y corrientes políticas diversas; muchas veces opuestas a Dios y su Palabra.
Mientras nosotros estamos convenciendo a nuestros niños de que Dios creó el cielo, la tierra y a todo ser viviente incluyendo al ser humano; la escuela se encarga de derrumbar nuestra fe, diciéndoles que la evolución, el big bang o cualquier otra teoría fue lo que dio origen a la vida. Ahora, si 24 horas es el promedio anual que uno de nuestros niños escucha la Palabra de Dios en la iglesia, contra las 1,200 horas anuales de la educación secular; ¿por qué nos sorprendemos cuando llega a ser adolescente y no le interesan más las cosas de Dios?
Padre, hoy te pido perdón por la decidia con que he actuado respecto a la educación espiritual de mis hijos. Te doy gracias porque tú eres un buen Padre y no permites que ninguno se desvíe y porque la palabra que ha sido sembrada en sus corazones no se pierde, sino que cumple aquello para lo cual fue enviada a sus corazones. Te pido que reavives el fuego del don que has puesto en ellos y los levantes a nuevos niveles de conocimiento y amor hacia ti, en el nombre de Jesús, amén.
