Hoy en día vemos un incremento en la brujería en sus diversas formas. Los horóscopos y las limpias con huevo y pirul, parecen un juego de niños frente al vudú, la santería, la magia negra, el chamanismo, el espiritismo, el satanismo, el halloween y el culto a la muerte y a los muertos.
La hechicería aparece en la Biblia como parte de las obras de la carne. Es un pecado de naturaleza carnal que abre la puerta a lo demoniaco. Podemos afirmar que el ser humano la ha practicado desde la caída de Adán. ¿Qué hay detrás de la brujería? ¿Es peligroso participar en ella? El Señor nos lo advierte claramente. Esto dijo a su pueblo sacado de la esclavitud de Egipto, antes de meterlo a la tierra prometida.
Deuteronomio 18. 9-14. Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones.10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. 12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. 13 Perfecto serás delante de Jehová tu Dios. 14 porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; más a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.
La brujería busca mantener a la gente bajo la influencia de dioses falsos y demonios diversos, para que no se vuelvan de todo corazón a Cristo, el Dios verdadero. Busca destruir la fe cristiana, aunque sabemos que no lo logrará, porque el Señor declaró que las puertas del Hades no prevalecerán contra su iglesia.
Padre, gracias porque la verdad me hace verdaderamente libre. Te pido que en esta temporada en que la atmósfera está cargada del engaño de las tinieblas la luz de tu palabra brille en cada uno de tus hijos y prevalezca. Hoy me arrepiento por haber participado en toda obra de ocultismo y renuncio al poder que el enemigo ha ejercido sobre mi vida a través de estas prácticas. Límpiame y cúbreme con la preciosa sangre de tu Hijo Jesucristo, amén.