Para muchos y muchas, la vida se convierte en una búsqueda incesante por encontrar a esa “persona especial” que comparta sus sueños, anhelos y metas; satisfaga sus necesidades de amor, compañía, apoyo emocional; y con quien tener relaciones sexuales placenteras y procrear hijos.
Hay personas que, por desgracia, han abandonado el ideal de casarse, refugiándose en su soledad o intentando llenar sus vacíos con otros satisfactores, o estableciendo relaciones de pareja fugaces, superficiales o bajo los criterios sociales en boga. En contraparte, miles de matrimonios apenas sobreviven a la batalla de cada día, porque han perdido el sentido de la vida conyugal; han caído en la aburrida y peligrosa rutina y permanecen unidos por razones fuera del plan de Dios.
EL MATRIMONIO, CREACIÓN DEL PADRE.
Dios es el autor del amor, el creador del hombre y la mujer y quien instituyó el matrimonio. Como Dios puso su naturaleza amorosa en el hombre y la mujer; tenemos la capacidad para dar amor y la necesidad de recibirlo.
Génesis 1. 27. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creo.
La voluntad de Dios para el ser humano es el matrimonio, y la voluntad divina para todo matrimonio es que los cónyuges se amen uno al otro, cumplan su propósito juntos, y continúen creciendo en atracción física, emocional y espiritual a través del pacto matrimonial. El tiempo pasa y las costumbres y las culturas cambian, los estilos de vida fluctúan, los modos de pensar vienen y van; pero Dios no cambia y sus principios tampoco.
Mateo 24. 35. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Gracias Padre por tus planes perfectos para la humanidad. Te doy gracias porque has puesto en cada uno la capacidad de dar amor y la necesidad de recibirlo. Te pido que todo matrimonio encuentre su complemento perfecto en su pareja y sean reconciliados para que juntos, como cordón de tres dobleces, que no se rompe, puedan resistir las adversidades y ser un reflejo de tu gloria y un bastión de la verdad de tu palabra. Que los solteros se despojen de modas y costumbres y esperen la pareja que tú les tienes asignada y que los llamados a ser célibes encuentren su plenitud y contentamiento en tu presencia, en el nombre de Jesús, amén.