¡En donde estemos! Si la tristeza o la frustración quieren asentarse en tu mente y corazón, haz un alto y corre a la presencia de Dios, pon tu música del cielo y comienza a cantarle. Si oras en lenguas, también “cántale” en lenguas, adórale.
Salmo 149. 1-6. Cantad a Jehová cántico nuevo; Su alabanza sea en la congregación de los santos. 2 Alégrese Israel en su Hacedor; Los hijos de Sion se gocen en su Rey. 3 Alaben su nombre con danza; Con pandero y arpa a él canten. 4 Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los humildes con la salvación. 5 Regocíjense los santos por su gloria, Y canten aun sobre sus camas. 6 Exalten a Dios con sus gargantas,
Y espadas de dos filos en sus manos,
Cada vez que le alabamos, que exaltamos su Nombre, estamos construyendo un altar de adoración. Cada vez que levantamos las manos, estamos poniendo una piedra más en ese altar. Con nuestro amor, adoración, alabanza, construimos un altar para Él, y como lo dice este salmo, Él tiene contentamiento en esta adoración. Y cuando el altar esté construido, enviará su fuego, unción y poder.
Salmo 30. 11-12. Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me 12 ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.
Padre, qué oportunidad tan maravillosa me das de poderme acercar confiadamente a tu trono de gracia, donde me estás esperando, dispuesto a escucharme, a abrazarme, a consolarme, donde me anhelas celosamente. Perdóname porque no he valorado lo que esto significa, lo he menospreciado al no ponerlo como una prioridad en mi vida. Gracias porque tu conviertes en un deleite nuestro tiempo de intimidad, en el nombre de Jesús, amén.