El año terminó, el tiempo pasó y no volverá. Aprendamos de las cosas que hicimos y no hicimos y de las que hicimos y no debimos hacer. Entreguemos al Señor los momentos de fracaso, duda y tristeza, recibamos su perdón y dejemos de recordar el pasado. El dicho: “todo tiempo pasado fue mejor”, no posee nada de sabiduría y está repleto de desesperanza.
Filipenses 3. 13-14. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Reconozcamos también los momentos de triunfo. Todo logro, fue gracias al Señor, a su amor, a su gracia, a la habilidad y fuerza que nos otorgó para obtenerlo. Entrega tus coronas al Señor y pídele que continúe llevándote de la mano al cumplimiento del plan de expansión, multiplicación y crecimiento que tiene para ti; porque aún no llegamos al lugar al que nos ha llamado. Otra cosa carente de sabiduría es preocuparse por el mañana. Nuestra vida está en manos del Creador del universo, quien siempre tiene cuidado de nosotros.
Mateo 6. 31-34. No se afanen, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero su Padre celestial sabe que tienen necesidad de todas estas cosas.33 Mas busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.34 Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Gracias Padre por la oportunidad de iniciar un nuevo año con tu presencia, tu palabra y tu Espíritu Santo; lleno de tu amor. Gracias por bendecirme, fortalecerme y llevarme de tu mano por tu Camino de Santidad, donde no permites que me extravíe, caminando con alegría, gozo perpetuo sobre mi cabeza y huirá el temor y el gemido, en el nombre de Jesús, amén.