Tenemos el mejor mensaje del mundo. ¿Por qué callarlo? La iglesia necesita volver al propósito y misión de su existencia. Desde la antigüedad, Dios busca mensajeros y representantes del cielo en todos los ámbitos sociales.
Isaías 6. 8. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Jesús se ofrendó en la Cruz, para que el corazón del Padre se alegrase, por la multitud de hijos que lograría a través de su sacrificio.
Hebreos 2. 9-10. Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. 10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, qué habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Jesús regresó al Padre, pero constituyó a su Iglesia para continuar su obra salvadora. Ahora somos nosotros quienes en el poder del Espíritu Santo, le arrancamos al diablo las almas perdidas en el pecado.
Gracias por este regalo tan maravilloso: la vida de tu Único Hijo. Quien no conoció pecado y se hizo obediente hasta la muerte de cruz, por mí, para que yo pudiera estar hoy aquí, contigo, recibiendo tu amor, tus abrazos, tu gracia y tu misericordia. El agradecimiento me lleva a desear compartir este gran regalo, para que más y más hijos vengan a tu casa, gracias por considerarme para tan maravilloso llamado, en el nombre de Jesús.