La sabiduría de este mundo se caracteriza por codicia, avaricia, celos, envidias y ambiciones egoístas. Estas actitudes carnales, mundanas y demoníacas, generan
todo tipo de desorden y toda clase de maldad entre la sociedad.
El mundo aplaude el pecado y nos incita a envidiar a los pecadores y a compararnos con ellos. El enemigo hace cada día más apetecible el mundo con la finalidad de vencernos y ganar autoridad sobre nosotros. La popularidad de las “estrellas” del entretenimiento y/o deportivas provoca en veces, insatisfacción hacia nuestra propia vida. También, las campañas publicitarias apelan continuamente a los deseos de
los ojos, de la carne, y al orgullo de la vida.

Mateo 18. 7. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!

AVARICIA: EL AMOR AL DINERO, ÍDOLO CENTRAL DEL MUNDO.
Dios dice que el “amor al dinero, es la raíz de todos los males. Se nos exhorta a estar contentos con lo que tenemos, eso no quiere decir “resignados”, sino carentes de codicia y ambición por poseer bienes materiales.

Gracias Padre, por hacerme entender que no traje nada a este mundo y nada me voy a llevar, yo escojo servirte a ti y de ninguna manera a las riquezas. Buscaré tu reino y su justicia, pues estoy seguro que no tendré falta de ningún bien. Tú suples para todas mis necesidades, abundantemente y sin reproche. Tú eres para mí, lo primero de lo primero, en el nombre de Jesús, amén.