MÁS QUE VENCEDOR

La causa de la victoria no es siempre fueron las habilidades o dones, sino algo más grande que nosotros mismos: el llamado. “Lo que nos sostiene a los hijos de Dios en los momentos de crisis es la fe en nuestro llamado y en El Señor Jesucristo que nos llamó; no en nuestras habilidades, dones o fuerzas, ni mucho menos en nuestras acciones; sino en la verdad de que Dios nos llamó y nos dio una nueva identidad en Cristo.”
Como hijos e hijas de Dios, pasaremos por momentos de oscuridad y de crisis, a veces nos sentiremos “en la barriga de la ballena”, como Jonás, para desde ahí recordar que Cristo venció a todos sus enemigos y nos participa de su victoria. Él nos llamó, nos sostiene y nos saca de ahí.
Juan 16. 33. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Salmo 23. 4. Aunque ande en valle de sombra de muerte,No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Como ejemplo tenemos a David que huyó por la persecución del rey Saul, hasta ser levantado como rey legítimo de Israel, tal como Dios lo había dicho.Y qué podemos decir de la crucifixión y muerte del Señor Jesús y de su resurrección, el triunfo máximo sobre todos sus enemigos.

Gracias a Jesucristo, somos más que vencedores. El perdido vive de manera egoísta y conformista, siendo pecador no tiene opciones, vive de acuerdo a sus razonamientos, tradiciones, instintos y deseos; y su voluntad depende de su fuerza y habilidad, porque está separado de Dios. Al perdido lo cautivan las cosas del mundo: la avaricia, el éxito, los placeres inmediatos, el alcohol, las drogas, el sexo, la pornogrsfís, etc.; que siempre terminan por esclavizarlo.

Padre, gracias, gracias, gracias, porque me has hecho más que vencedor a través de la victoria de tu Hijo Jesucristo en la cruz. En Él soy libre, soy sano, soy próspero y puedo vivir en la paz que sobrepasa todo entendimiento. En Él puedo levantarme cada mañana sabiendo que es un nuevo día, que tú creaste para manifestar tu gloria a través de mi vida, en la medida en que respondo a tu llamado y participo en tu plan de salvación para toda la humanidad. En el nombre de Jesús, amén.

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