Los hijos necesitan saber que cuando el mundo se les viene encima, hay un lugar seguro a dónde ir, donde encontrarán comprensión y consejo genuinos. Escuchar activamente involucra intenciones y actitudes que demuestren atención, empatía y respeto. Tómalo en cuenta cuando tengan algo importante que decirte.
Cuando quieran hablar contigo, deja a un lado lo que estás haciendo; leer, limpiar la mesa, trabajar, ver tele, etc. Has contacto ocular y físico, por ejemplo, toma su mano o ponla en su hombro. Cuando los hijos tienen problemas o preocupaciones, muchas veces los padres “dicen que los están oyendo” pero la mitad del tiempo están mentalmente en otro lado. Mejores son unos pocos minutos de atención, que una hora dejándolo que hable, mientras sigues con tus actividades.

Lucas 6. 31. Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes.

NO ACELERES TU RESPUESTA: Ideas, sugerencias, recomendaciones,
sermones, cortones y conclusiones. Muchas veces lo único que necesitan es un frontón o a alguien que los escuche, para descifrar que quieren hacer. Resolverles los problemas o responderles precipitadamente, te da a ti una sensación de tranquilidad, pero ellos sienten que no valoras sus ideas u opiniones y peor aún que ellos no valen, o que no eres apoyo para ellos.
Demuéstrales que estás escuchando, haciendo preguntas breves o sonidos de retroalimentación como… “ajá,” “mmm,” “¿de veras?,” “caray,” “no me digas”.

INVOLÚCRATE A NIVEL DE SU CORAZÓN Y DE SU VIDA: No
sugerimos que te conviertas en fanátic@ del fútbol o del video juego, aunque es bueno que estés presente en las actividades y momentos importantes de tus hijos. “Involucrarte” significa meterte en la cabeza y el corazón de tus hijos. Pasar del exterior al interior de su vida, bucear en las corrientes turbulentas de sus pensamientos y emociones, tratando con su alma, y de corazón a corazón.

Padre gracias por hacer volver el corazón de mis hijos hacia el mío y mi corazón hacia el de ellos. Te pido que seamos una familia donde reine tu amor y tu presencia. Perdona todo el tiempo en el que no te pusimos en el centro de nuestras vidas y ayúdanos a restaurar en nuestro hogar un altar de adoración para ti. En el nombre de Jesús, amén.