SE IMPARCIAL: Los hijos tienen un sentido de justicia más natural que el
nuestro. Se dan cuenta de las diferencias de trato que damos entre hermanos, y se sienten profundamente heridos cuando otro recibe sistemáticamente más atención que él.
¡Papás y Mamás! Eviten el favoritismo entre sus hij@s. Nunca digas que prefieres estar con uno que con otro. Que tu amor sea parejo para todos, independientemente de que unos sean difíciles y otros fáciles de trato, unos obedientes y otros tercos, unos alegres y otros tímidos. No tengas consentidos…

¡APODOS NO! Tanto pensaste para escoger el nombre y ahora es “la negra,”
“la güera,” “el gordo.” Las palabras se convierten en “realidades” en nuestra vida, porque provienen de personas importantes para nosotros. Las palabras de rechazo, desprecio y burla se hacen “parte” de las personas.

ESTABLECE ESTÁNDARES Y LÍMITES DE CONDUCTA: Piensen
seriamente respecto al uso de celulares, tabletas o video juegos (tiempo), horarios de salidas y llegadas, ayuda en casa, edad de noviazgo, calificaciones escolares mínimas, amigos y actividades extra escolares, y lenguaje que usan. Te prometemos algo: “Si tú no arraigas desde temprano su fe en Dios, valores, hábitos y horarios; cuando sean adolescentes, ellos y sus amigos te los van a imponer.

ESCUCHA Y COMPRENDE: Es un punto clave de la paternidad y la
maternidad. Escuchar “con la mente y el corazón” y escuchar “el corazón de tus hijos” les facilitará su crecimiento. Acuérdate cuando estabas chico y tenías dudas, temores, confusión e inseguridad y no tuviste a quién acudir. Una forma de ayudar a tus niños a transitar por los cambios de su vida es “estar ahí” y brindarles confianza.

Padre, gracias por el corazón de carne implantado en mi ser por tu Espíritu Santo, con el que puedo amar de manera incondicional a mis hijos, puedo perdonarlos y disciplinarlos en amor, como tú lo haces conmigo. Te pido perdón por la falta de sabiduría con la que he actuado hasta hoy y que me des la sabiduría tan necesaria para hacerlo perseverantemente y que sean hombres y mujeres de reino, en el nombre de Jesús, amén.