JESUCRISTO ES MI LIBERTADOR.

Cuando el Señor Jesús enseñaba, la gente quedaba asombrada de la autoridad con que lo hacía, comparado a la manera de los maestros de la ley religiosa. En una ocasión estando en la sinagoga, un hombre poseído por un espíritu maligno comenzó a gritar: ¿Por qué te entrometes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres, el Santo de Dios! El Señor Jesús le dijo: ¡Cállate!, y le ordenó salir de él; y al instante el demonio salió.

El asombro se apoderó de la gente y todos comenzaron a hablar de lo ocurrido. ¿Qué clase de enseñanza es ésta? se preguntaban, ¡Tiene tanta autoridad que hasta los espíritus malignos obedecen sus órdenes!

Hoy día, el SEÑOR JESÚS sigue liberando a los cautivos y atormentados por el
diablo, a través de sus discípul@s. Utilizando su autoridad delegada, hagámoslo. El diablo es un enemigo derrotado, más no destruido, es decir, aun no le llega el día en que será lanzado al lago de fuego; pero mientras tanto, hay que mantenerlo fuera de nuestra vida, de nuestra familia y entorno.

Lucas 10. 19-20. He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. 20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. Hch.16.16-18. Leamos nuevamente Marcos 16.17-18.

Padre, gracias por la libertad completa que me has concedido en Cristo Jesús y por el poder y la autoridad que me has dado para ejercerla sobre todos los necesitados de esta libertad. Hoy echo fuera de mi vida el temor, la negligencia y la indiferencia y echo fuera al enemigo de mi vida, mi familia y mi entorno, en el nombre de Jesús, amén.

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