TRATO AMABLE, AMOROSO, PERO FIRME: La mejor manera de criar
hijos es de manera proactiva, no reactiva. El padre o la madre reactivos, permanecen a la defensiva, reaccionado a los errores de los hijos. Por el contrario, un padre proactivo actúa a la ofensiva y hará lo que sea necesario para convertirse en entrenador de su hij@.
CONTROLA TU LENGUA: Equilibra la corrección con palabras de aprecio y
reconocimiento. La meta al educarlos es que escuchen nuestras instrucciones y obedezcan nuestras palabras (no solo con el cinturón o la chancla en la mano). Si quieres que tus hijos escuchen tus palabras fuertes, entrénalos primero a escuchar tus palabras dulces, de amor y aprecio.
No hablamos de adulación sino de reconocimiento sincero. Primero enfatiza las cosas que están haciendo bien y luego señala las áreas que necesitan mejorarse. “Dales el doble de reconocimiento y la mitad de crítica (a tu cónyuge no le caería nada mal esto).
NO ENCUENTRES FALLAS EN TODO: La corrección excesiva lleva al
desánimo y al resentimiento. Si su vida es un cuartel o una letanía de regaños y correcciones, se sentirán descorazonados y les bajará la auto estima. Hay cosas esenciales que corregir como la desobediencia, la deshonestidad, el mal trato y las actitudes negativas, así que deja a un lado lo no esencial. No pongas expectativas imposibles de alcanzar. Acepta sus fortalezas y debilidades y deja de ser controlador(a).
Permite que expresen su individualidad y dales la libertad correspondiente a su edad. Podemos arruinar la relación con los hijos si los corregimos constantemente. Hay que moldear su carácter sin romperles el corazón. No puedes darte el lujo de que te CIERREN SU CORAZÓN. La lengua enciende fuegos. Las palabras de enojo, humillación, burla y rechazo dejan herida el alma por años. La lengua es para bendecir, (bien decir), corregir, instruir, animar y afirmar.
Gracias Padre por abrirme los ojos a tu verdad, permíteme ahora ser un hacedor de todo lo que me has dado y que produzca fruto el cambio en mis relaciones con mis hijos, en el nombre de Jesús, amén.