Levantemos los ojos al cielo ante la necesidad, para que el Padre bendiga nuestra Casa de Vida con almas nuevas. Hagámoslo con fe, porque nada hay imposible para el que cree.
Marcos 9. 23. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Tengamos el atrevimiento de creer que al estar “en Cristo”, tenemos todo lo que se necesita para ir a las personas en lo individual y a las multitudes. Que se diga de tu Casa de Vida y de CVL: “Nunca he visto cosa semejante”.
Mateo 15. 29-31. Pasó Jesús de allí y vino junto al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30 Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31 de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.
Vayamos más allá de nuestra comodidad y del “qué dirán”, si no vemos la manifestación instantánea de la sanidad o del milagro
Derribemos todo argumento producto de nuestras experiencias pasadas, que nos lleva a pensar que Jesús no sana… En la Palabra que acabamos de leer dice que Él sanó a todos, y lo sigue haciendo hoy.
¡Padre, yo tomo esta Palabra y decido creerla! Tú dices que sanas a todos, que liberas a todos, porque tu corazón amoroso se compadece de todos, no solo de algunos. ¡Y soy tu instrumento! En el nombre de Jesús, amén.