El Señor Jesús tiene su corazón en toda persona, ya sean multitudes o individuos.
Mateo 9. 35-38. Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
¿Cómo ve el Señor a las multitudes? Desamparadas, sin ayuda, desprotegidas. Las ve dispersas, desperdigadas, desconectadas de Dios; una oveja desamparada no tiene el alimento que necesita. Nosotros hemos sido escogidos para ir a ellas y atenderlas con la compasión de Jesús, y conectarlas con el dador de la vida, y por medio del evangelio, trasladarlas de las tinieblas, a la luz de Cristo.
Mateo 14. 14-21. Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. 15 Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. 16 Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Este maravilloso relato nos permite apreciar que los discípulos no veían la necesidad de la gente como la veía el Señor Jesús. Ellos querían que se acabaran las conferecias y se despachara a la multitud para que fueran a buscar que comer; pero la respuesta del Señor los sorprendió: Denles ustedes de comer.
Padre, incrementa la compasión en mí. El mundo está decompuesto y me han abrumado las malas noticias que escucho diariamente. Quita de mi el corazón duro, insensible o indiferente a la necesidad y al dolor de los demás. Lléname de tu misericordia por el que sufre, por el que te duele y envíame a aliviarlo de su dolor, en el nombre de Jesús, amén.
