UN REFLEJO DE SU PERFECCIÓN

En la oración que enseñó a sus discípulos, el Señor Jesús hace varias declaraciones muy importantes:

Mateo 6.10. Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

Dios siempre ha deseado que su voluntad se haga aquí, en ti y en mí. A veces pensamos al revés, y le pedimos que nuestra voluntad sea respaldada por el cielo. Eso no ocurrirá… porque lo que Él quiere, es traer el cielo a la tierra.

Dios es perfecto y crea todo a la perfección. Toda su creación “refleja” de una u otra manera a su Creador. Los cielos representan lo invisible, lo espiritual, la tierra representa lo natural y visible. Dios creó la tierra en armonía con el cielo, la creó para que fuese un reflejo de su perfección.

Génesis 1.16. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.

Sabemos que el sol es la mayor estrella de nuestro sistema planetario y constituye la mayor fuente de radiación para nuestro planeta. Por así decirlo, “la vida del sol” nos la brinda a diario con su luz y calor. La luna no tiene luz en sí misma, solo refleja la luz del sol. Digamos que el sol representa lo perfecto y la luna es solo el reflejo de la perfección solar. Sabemos que en la noche, la “luz de la luna” es suficiente para guiarnos en la oscuridad; y mientras la luna siga reflejando la luz solar, sabremos que hay un sol.

Gracias Padre, cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qués oy yo, para que tengas de mi memoria, para que me visites?

Me has hecho poco menor que los ángeles, y me coronaste de gloria y de honra.Me hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies:

¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra! En el nombre de Jesús, amén.

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