LA MIRADA DE PEDRO Y JUAN

Hay ocasiones en que el enfermo no tiene fe, pero su prójimo si la tiene y ocurre un milagro. Veamos el caso de Pedro y Juan, que llenos de fe en Jesús, brindaron la provisión que necesitaba el hombre cojo de nacimiento con el que se toparon.

Hechos 3. 1-9. Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9 Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.

Puesta la mirada en el Señor, a diario, somos transformados a su misma imagen. Esperemos milagros, liberaciones y actos poderosos de Dios a través de nuestra fe. Si sólo nos ocupamos de los síntomas, diagnósticos, limitaciones físicas, gastos en medicinas, etc., quitaremos la mirada del poder sanador que fluye de Jesús. La mirada de la fe es la conexión que necesitamos para que fluya su gracia sanadora.

Padre , hoy mantengo fija mi mirada en tu amor, gracias por salvarme mediante el pago de mis pecados que tu único Hijo Jesucristo hizo por mí. Me salvaste, me sanaste, sanaste mis heridas, sanaste mi dolor y ahora, sano soy, puedo vivir en la sanidad total que Él ganó para mí. Por eso hoy agradecido canto de tu amor, tu perfecto amor por mí. En el nombre de Jesús, amén.

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