¿ES LA MUERTE SÓLO EL FIN DE LA VIDA FÍSICA?

En el Nuevo Testamento encontramos tres tipos de muerte en el ser humano: La
muerte física, la espiritual y la muerte eterna.
⁠MUERTE FÍSICA:
Es el cese de la vida biológica, la muerte del cuerpo físico. Mientras el cuerpo físico “duerme”, la persona no deja de existir, su espíritu y su alma parten a una dimensión extra terrenal. Recordemos que Dios es espíritu y nos creó a su imagen y semejanza; nos dio un espíritu y un alma, (el soplo de su aliento), y un cuerpo formado de la tierra. En la funeraria quedan solo los restos físicos, la persona ya partió de ahí.

Génesis 2. 7. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

⁠MUERTE ESPIRITUAL: 

Condición en la que se encuentra todo pecador, separado de Dios. Para los cristianos, “muerte” no es ausencia de existencia, sino separación de Dios. Cuando Adán y Eva pecaron, perdieron la inmortalidad física y espiritual, fueron privados del acceso al árbol de la vida y quedaron bajo maldición. La humanidad entera nace en condición de muerte espiritual.

Isaías 59. 1-2. He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero sus iniquidades han hecho división entre ustedes y su Dios, y sus pecados han hecho ocultar de ustedes su rostro para no oír.

⁠MUERTE ETERNA: 

La muerte espiritual puede llevar al ser humano a la muerte eterna, es decir, a quedar separado de Dios por la eternidad. Por eso Cristo nos revela su plan redentor por medio del evangelio, cuyo objetivo es reconocele como Salvador, para anular la condición de muerte espiritual en que nos encontramos y pasarnos a una nueva vida. Es por su gracia, mediante la fe, que somos renacidos espiritualmente de Dios Padre. Cuando la persona rechaza el evangelio, está sentenciándose a quedar separado de Dios por la eternidad. Dios nos creó con una voluntad libre.

Padre hoy afirmo y confirmo mi decisión de aceptar a tu Hijo Jesucristo como mi Señor y Salvador. Mediante su sacrificio anuló la condición de muerte espiritual en la que me encontraba y me pasó a una nueva vida, por su gracia, mediante la fe. Gracias porque me diste tu vida, en su vida, en el nombre de Jesús, amén.

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