En nuestra conversión a Cristo, hay temas importantes que necesitamos comprender espiritualmente para continuar en victoria. Uno de ellos es el “pecado”, ya que produce estragos que impiden o retrasan el vivir la vida santa y abundante que el Señor nos ha dado.
Juan 10. 10. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Cuando Juan el Bautista fue cuestionado por los sacerdotes y levitas sobre quién era él y con qué derecho bautizaba; contestó que no era el Mesías, sino una voz que preparaba el camino del arrepentimiento y de la fe para su llegada. Y cuando finalmente vio al Señor, dijo:
Juan 1. 29. He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Jesucristo tenía que ser enviado del cielo a redimirnos, a rescatarnos de nuestra condición de pecadores y sentenciados a muerte eterna. ¡Y lo hizo!
Gracias Padre, por haber provisto en tu único Hijo Jesucristo mi salvación de la muerte y la condenación eternas. Revélame por tu Santo Espíritu la grandeza de la vida en abundancia que tienes para mí, en el nombre de Jesús, amén.