Lo primero que hizo Dios con el hombre y la mujer después de crearlos, fue bendecirlos.
Génesis 1. 28. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Adán y Eva fueron bendecidos antes de hacer cualquier cosa. Ser bendecido es algo inherente al ser humano. Hay un clamor profundo en el corazón de toda persona, de ser amado y bendecido.
Mateo 5. 44 – 45. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
¿QUÉ TANTO BENDICES A TUS HIJOS? Desde la antigüedad Dios ha pedido a sus representantes, es decir a los padres y madres, a sacerdotes y ministros; bendecir a su pueblo en su nombre. Esta es una bendición sacerdotal:
Números 6. 22-27. Jehová habló a Moisés, diciendo: 23 Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: 24 Jehová te bendiga, y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. 27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
Gracias Padre, porque mis hijos quieren ser bendecido por sus padres. Mi bendición les brinda un sentido de valor, dignidad y significado, y les augura un futuro promisorio. De ahí la importancia que tienen las palabras que salen de mi boca para ellos. ¡Bendecir es la cualidad de tu carácter que se expresa favoreciendo a mis hijos individualmente! Ayúdame a hablar siempre bien de ellos, en el nombre de Jesús, amén.