SANIDAD DIVINA es el resultado de la intervención del Señor sanando una dolencia. SALUD DIVINA es el efecto de caminar día con día con Él, recibiendo
la vida abundante que fluye de su persona. Es vivir sin temor a enfermarnos o a morir enfermos. Es creer que cuando el Señor nos llame, es porque hemos cumplido
nuestra tarea en la tierra y Él mismo vendrá por nuestra alma y espíritu; y el cuerpo físico, como un costal de huesos, caerá a la tierra sin dolor.

La enfermedad es denigrante, costosa y dolorosa. ¡No la queremos! Muchos hasta parecen disfrutarla. Hay quien exalta de continuo “su enfermedad”, ¡tengo esto y lo
otro… a lo mejor es cáncer, es depresión! En ocasiones controlan a sus familiares con sus padecimientos. Nosotros no participamos de las obras de las tinieblas,
estamos aprendiendo a vivir en SALUD DIVINA, comiendo la Palabra y declarándola de continuo con fe. Hay hijos de Dios que han vivido más de cien años.

¡JESUCRISTO ES MI SANADOR!
Desde el antiguo pacto Dios se mostró como Sanador de su pueblo.

Éxodo 23. 25. Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

Esta promesa de “quitar toda enfermedad” es ratificada en la profecía acerca de lo que Jesucristo haría en la cruz.

Isaías 53. 4-5. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Gracias Padre porque hoy soy sano por las llagas de Cristo. Ningún dolor ni ninguna enfermedad son legales en mi cuerpo, por lo que los echo fuera. Declaro que todo mi cuerpo se alinea a la voluntad y al diseño original de Dios para mi cuerpo en el nombre de Jesús, amén.