¿QUÉ HACEMOS PARA CULTIVAR EL FRUTO?

Desarrollemos nuestra relación diaria con el Padre, estudiemos y meditamos en su Palabra y con la fuerza del Espíritu Santo, le obedecemos. La gente ve en nosotros el fruto del Espíritu o el fruto de la carne. El único que nos santifica es el Padre, por medio de su verdad y del Espíritu Santo. Recordemos sin embargo, que tenemos un libre albedrío que ponemos ya sea, al servicio del Señor, de la carne o del mundo.
El Espíritu Santo nunca nos forza a hacer nada que no queramos hacer, por lo que aceleremos la manifestación del fruto del Espíritu en nuestra vida, yendo a la cruz, el lugar donde morimos a diario a la vieja naturaleza, para resucitar a la nueva.

Lucas 9. 23. Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

Toda rama de la vid de Cristo requiere ser cuidada, regada, abonada, y podada; de lo contrario no fructificará. Tenemos los ríos de agua viva del Espíritu Santo, el abono de la Palabra, la confesión verbal de sus promesas, la oración y la adoración, así como el calor de la comunión con Dios. El Espíritu Santo nos guía al arrepentimiento y nos convence de dejar de lado lo que estorba nuestro crecer.

Romanos 13. 13-14. Vivamos con honestidad, como a la luz del día, y no andemos en glotonerías ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias.14 Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de la carne. RVC

Padre, anhelo escuchar tu voz y obedecerte, hoy me comprometo contigo a no me quedarme de brazos cruzados esperando a que el fruto de tu Santo Espíritu aparezca sin mi cooperación. Quiero seguir tu voluntad y tu plan para mi vida, en el nombre de Jesús, amén.

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