Por definición, es negarle el amor y la aceptación a una persona. El rechazo reprueba, desaprueba y discrimina. El rechazo es lo opuesto a la aceptación y se manifiesta en forma de crítica, desprecio, indiferencia, burla. El rechazo menoscaba la dignidad de la persona y es un impedimento para desarrollar relaciones sanas y libres. El amor acepta, aprecia, estima, dignifica y respeta al prójimo, sin importar su condición socio económica, cultural, de género, raza, edad o creencias.
El rechazo tiene su origen en la naturaleza pecaminosa del ser humano. Al rechazar a Dios Padre, la humanidad se separó de Él, de su consejo y de su gobierno; y aceptó la propuesta de satanás, comiendo del fruto del conocimiento del bien y del mal. Dios no tuvo otra opción más que dejar a Adán y Eva lejos de su santa presencia y sin acceso al árbol de la vida. La humanidad quedó con un vacío de amor que nadie lo llena plenamente, y con una naturaleza orgullosa que le lleva a sentirse superior a los demás y por ende a rechazarlos.
1 Juan 4. 19-21. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 20 Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Padre, tú pusiste en mi corazón esta necesidad de relacionarme contigo y recibir tu amor, de amar a mis padres, a mi familia y a mi grupo social. Solo tu amor puede sanarme de todo el rechazo recibido y perdónarme de todo lo que yo he rechazado. Renuévame y restáurame, en el nombre de Jesús, amén.