Además de ser nuestro Dios y Salvador, JESUCRISTO es también nuestro Señor
y Maestro. Él desea que tengamos su inteligencia, sabiduría y mentalidad, la cual se adquiere a través de la revelación de su Palabra, de la renovación de nuestra forma de pensar y de la práctica resultante. Así que nuestra tarea es estudiarla a diario, para comprenderla, asimilarla y vivirla; ya que afirmará nuestra identidad y transformará nuestra vida.

1 Corintios 2.16. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.

El Espíritu Santo nos ha habilitado para entender el lenguaje del Reino, dándonos un hambre natural hacia Dios y su Palabra, tal como el recién nacido busca la leche materna.

Juan 8. 31-32. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Padre, gracias por la vida que me has dado en tu Hijo Jesucristo, gracias por que Él es la palabra viva y eficaz, que está conmigo siempre, que me habla en todo momento, que me guía y alienta y alimenta. Gracias porque la tengo al alcance de mi mano, en el nombre de Jesús, amén.