2 Corintios 10. 4. Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
Los hijos e hijas de Dios tenemos el privilegio de representar al Rey de reyes en este tiempo de la historia. Peleamos del lado del vencedor, nuestra fe en Él y en su Palabra es la victoria que vence al mundo. No existe territorio “neutral” en esta guerra espiritual. Todo hij@ de Dios debe elegir a diario, permanecer del lado del Salvador, porque “nadie puede servir a dos señores”. O permanecemos del lado de Cristo o seremos derrotados.
Aprendamos a vivir subordinados al Señor y a su verdad, usando las armas espirituales que ha puesto a nuestra disposición, para “resistir” al diablo hasta que huya de nosotros; entendiendo por “resistir”, el oponerse, contradecir y rechazar sus ataques, mentiras y engaños; no aguantarlos. ¡Aprendamos a pelear la batalla de la fe a la ofensiva y así vencer!
1 Corintios 15. 57. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Padre, gracias porque me levantaste como linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para ti para anunciar tus virtudes y me llamaste de las tinieblas a tu luz admirable. Has abierto mis ojos a la verdad. Venciste a mi enemigo, el diablo, me has provisto de armas espirituales poderosas para levantarme en el poder de tu Santo Espíritu y tomar y proteger la herencia que Jesucristo ganó para mi en la cruz. Perdóname por tantas veces que te culpé a ti de los males en mi vida, ahora sé que es el diablo, quien quiere matar, hurtar, destruir, mentir, tú solamente tienes vida en abundancia para mí. Hoy acepto el llamado, soy sensible a tu voz, me compromero en obediencia y estoy dispuesto a dejar todo para hacer tu voluntad, para ser un soldado bien equipado de tu ejército y enfrentar el tiempo que tenemos por delante, reflejando tu gloria a este mundo entenebrecido, en el nombre de Jesús, amén.
