REVELACIÓN, CONVICCIÓN Y ACCIÓN.
Los seres humanos fuimos configurados para reproducirnos, tanto biológica como espiritualmente, es parte de nuestro ADN, del principal constituyente del material genético con que nacimos. Esto debe sernos revelado, para que la multiplicación sea algo natural como discípulos del Señor, como ramas de su vid.
La Palabra de Dios es el sustento de nuestra fe. El Espíritu Santo es quien nos da un conocimiento verdadero y preciso de Dios Padre, para saber como hijos e hijas, quiénes somos en Cristo, y así vivir al máximo de su gracia y poder. Este es el prerequisito para dar mucho fruto.
Génesis 1. 27-28. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
CRECEMOS CONOCIÉNDOLO A ÉL:
Todo discipulado exitoso comienza donde la Biblia comienza. Conozcamos al Señor cada día más, para que su Palabra se haga realidad en nosotros y vivamos al máximo de nuestro potencial. ¡Qué no lleguemos a su presencia, reconociendo que fuimos ignorantes de su verdad y desobedientes a sus planes para nosotros!
No seamos como aquel pasajero que compró su boleto para cruzar de Europa a las Américas, y nunca bajó al comedor del barco, porque creía que no estaban incluídos los alimentos en su pasaje… ¡cuando si lo estaban!, y se la pasó comiendo galletas y bebiendo agua; aguantándose el hambre. En el crucero de nuestra vida, o más bien en el buque de guerra que es la iglesia, podemos transitar sin el conocimiento de nuestra posición en Cristo y de los derechos y deberes que tenemos en Él.
Nunca olvidemos que tenemos que activarnos en nuestra vida en Cristo. Así como en lo natural, nadie puede comer, bañarse, crecer, madurar y actuar en fe y obediencia por mí…; como discipulos de Cristo activo mi voluntad, y con inicitativa avanzaré en lo que respecta a sus planes para mí. Por supuesto que seremos ayudados por el Señor y sus ministros, pero las decisiones para enfrentar los conflictos y retos personales, es de cada uno.
Padre amado, gracias por la presencia constante y maravillosa de tu Espíritu Santo, quien constantemente me guía por el Camino de Santidad, donde tú Hijo Jesucristo me lleva de la mano y me muestra el camino, sin permitirme desviarme. Me muestras las delicias que tienes preparadas para mí y el propósito para mi vida. Aumenta en mí el hambre y la sed de tu presencia, en el nombre de Jesús, amén.
