Jesús, el Verbo, la voz del Creador, caminó en forma humana sobre la tierra, haciendo el bien, multiplicando panes y peces, sanando y liberando a todos los oprimidos por el diablo. Jesús vino a dar su vida en la Cruz, para restaurar el acuerdo entre el cielo y la tierra. Como la humanidad ya no podía tocar los cielos, Dios se acercó en forma humana, para restaurar al ser humano a su imagen y para ser su “reflejo” en cada uno
RESTAURÓ LA PATERNIDAD DE DIOS: Jesús vino a reflejar al Padre,
ahora podemos llamar a Dios en términos familiares: Y les dijo en
Lucas 11. 2. Cuando oren, digan: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
RESTAURÓ LA IDENTIDAD DE HIJ@S: Los seres humanos no sabemos quiénes somos, hasta que reconocemos a Jesús el Hijo de Dios, y a través de Él recuperamos la identidad de HIJ@S. Cuando descubrimos quién es Jesús, Él nos revela quiénes somos cada uno.
¡AHORA PODEMOS SER SU REFLEJO!
2 Corintios 3.16-18. En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.17 Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. NTV.
Padre, gracias por transformarme de gloria en gloria en tu misma imagen, por tu Espíritu Santo, mientras miro como en un espejo tu gloria. Ayúdame a reflejarte en amor, perdón, misericordia, gracia, reconciliación, en mi carácter, obras y generosidad. Imitando siempre a Jesús en cada una de mis acciones, en el nombre de Jesús, amén.