Todos conocemos personas que sufren de adicciones diversas, hombres y mujeres de todas las edades que padecen esclavitud. Es más, quizá tú, que estás leyendo esta enseñanza, no has podido vencer algún hábito dañino… Según la asociación americana de centros de adicciones, las 10 adicciones más comunes en los Estados Unidos son: Alcohol, nicotina, mariguana, opioides naturales y sintéticos como el fentanilo, inhalantes, cocaína, heroína, estimulantes como la metanfetamina, las benzodiazepinas (valium) y barbitúricos diversos.
También hay otro tipo de adicciones, las denominadas conductuales, como son la adicción al juego, a los video juegos, al internet y a las redes sociales, a la pornografía, a las compras compulsivas, al ejercicio, al exceso de comida, a la acumulación de bienes materiales, etc.
ADICCIÓN: Hábito que daña nuestra vida, que se ha apoderado de nuestra
voluntad y sobre el que tenemos poco o ningún control. Una adicción nos coloca en impotencia al intentar romper la conducta que nos ha atado. Las adicciones llevan a las personas a invertir grandes cantidades de tiempo y de dinero en esas actividades, dejando de lado sus responsabilidades y afectando a terceros.
En el comportamiento adictivo participan pensamientos OBSESIVOS y COMPULSIVOS, que llevan a la práctica de acciones repetitivas, sin control, con consecuencias dañinas a nuestro bienestar como la salud física, las relaciones sociales, la economía, etc., y que nos colocan en situaciones ilegales y de riesgo.
Impulsos incontenibles desarrollan y fortalecen “la adicción”, que nos hace sentir bien por momentos, aunque después venga un bajón en el ánimo y la conciencia de culpa. Las adicciones demandan de la persona más consumo o práctica de lo mismo, y en el fondo nunca sacian… La abstinencia del adicto le provoca síntomas físicos y/o psicológicos, por suspender el consumo de “eso” que le roba la voluntad.
Padre, gracias porque a medida que te voy conociendo a través de tu palabra, me vas revelando mi verdadera condición. No puedo fingir más, negarlo o tratar de esconderlo. Reconozco la adicción en mi vida, en mi comportamiento, en mi día a día. No hay nada oculto que tu precioso Espíritu Santo no traiga a la luz, para hacerle frente con tu poder, amor, guía, fortaleza. Hoy tomo responsabilidad, me arrepiento, me vacío de esta situación y te pído que me llenes de tu presencia, me fortalezcas y me hagas verdaderamente libre, en el nombre de Jesús, amén.