¡Ser libre de adicciones es factible! Lo primero que requerimos es admitir que no podemos salir adelante por nosotros mismos. ¡Admito ante Dios y ante mí mismo, que mi vida se ha vuelto ingobernable en esta área, que no tengo “dominio propio” y poder para vencer esta conducta compulsiva, y que necesito ayuda! Requiero pasar de la negación, al reconocimiento de mi adicción, para enfrentarla.
Este es el punto de partida para la recuperación. Ejemplo: La mujer le dice al marido… “Creo que tienes problema con el alcohol, bebes demasiado y con frecuencia”. Él responde, No, yo puedo dejar de beber cuando quiera. Y ella le conmina: ¿Y por qué no lo dejas?… ¡No reconoce su adicción!
Romanos 7. 18-19 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Solo admitiendo que tengo un mal hábito y que no puedo dejarlo, me colocará en la posición de pedir ayuda y recibirla, en nuestro caso de Dios Padre, del Señor Jesucristo y del Espíritu Santo. El principio que abre la puerta a la ayuda es: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Sometidos a Dios podemos resistir al diablo, para que huya de nosotros. Stg.4.6-7.
ESCLAVITUD: Es toda forma de sometimiento involuntario. La Palabra de Dios
nos dice que somos seres espirituales, y que nuestra lucha no es contra personas, sino contra satanás y su reino maligno. Tenemos que aprender a vencer las tentaciones y a someter nuestra “carne”, es decir la vieja naturaleza inclinada al mal, haciéndola morir con la fuerza de Cristo
Padre, hoy reconozco que tengo una adicción a ….. y no puedo salir adelante por mí mismo. ¡Admito ante Dios y ante mí mismo, que mi vida se ha vuelto ingobernable en esta área, que no tengo “dominio propio” y poder para vencer esta conducta compulsiva, y que necesito ayuda! Requiero pasar de la negación, al reconocimiento de mi adicción, para enfrentarla. Abre las puertas que tengan que ser abiertas y muéstrame las que yo mismo debo cerrar y de quién me debo alejar. Acércame personas idóneas para mi recuperación. Me arrepiento y someto mi carne con el poder de tu fuerza. En el nombre de Jesús, amén.