Hay un dicho que dice: “Al ojo del amo, engorda el caballo”. Esto es muy cierto, especialmente cuando se inicia una nueva labor o se emprende un nuevo negocio. A la dedicación de tiempo y esfuerzo, se une la determinación por lograr lo que nos hemos propuesto.
Al trabajo duro hay que sumarle perseverancia, tenacidad y compromiso; atención enfocada y por supuesto la fe en Dios y el entusiasmo ante desafíos o incluso reveses. El primer paso para ser productivo es establecer y revisar las prioridades antes de empezar nuestro día. ¿Qué debo de hacer hoy por orden de importancia? Revisa tu lista de pendientes y jerarquízala por importancia: Lo urgente, lo importante y lo que puede esperar.
Establecer prioridades nos mantiene concentrados en las cosas correctas y productivas. ¡Cuidado con el celular y con las redes sociales! Que no te distraigan de lo que necesitas hacer hoy, para mejorar la productividad de tu trabajo. Y ojo: La productividad es enemiga de la flojera y del “ahí se va”.
Proverbios 24. 30-31. Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; 31 Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida.
Padre, gracias porque tú das esfuerzo al cansado y multiplicas las fuerzas del que no tiene ningunas. Hoy quita de mi ser toda depresión y desánimo y lléname de tu entusiasmo, de tu inspiración divina, para hacer todas las cosas para ti y no para los hombres, porque es a ti a quien amo y sirvo. Con gozo, armonía, fervor, dedicación y esmero, avanzo en todo que pongas en mi mano para hacer. En el nombre de Jesús, amén