Una vez afirmados en la Palabra por discipulador, busquemos personas fieles e idóneas que el Señor traerá a nosotros y que nos encargará para enseñarlas,
entrenarlas, y llegado su tiempo, se multipliquen haciendo lo mismo.
Orando al Señor y buscando su presencia nos las irá mostrando y acercando. A partir de ahí, invirtamos nuestro tiempo en ellos, poniendo atención a sus
necesidades personales, familiares, económicas y sobretodo espirituales, enseñándoles lo que Cristo nos ha enseñado y capacitándolos en amor, para la
obra del evangelio. ¡Comienza ya!
Tito 2. 1-8. Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. 2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
3Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;4que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a
sus maridos y a sus hijos,5a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.6Exhorta
asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;7presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,8palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada
malo que decir de vosotros.
Padre, te pido perdón por el tiempo perdido, desperdiciado, sin tomar en cuenta tu llamado, tu elección, tu propósito. Hoy me comprometo a seguir tu llamado y nultiplicarme. Acerca a las personas idóneas. Dedicaré mi vida a cuidarlas, en el nombre de Jesús, amén.
