Cristo Jesús fue el mayor ejemplo de humildad, sometimiento y obediencia. Aunque era Dios, no se aferró a sus derechos, se despojó de muchos de ellos y tomó la forma de un “siervo”, haciéndose semejante a nosotros. Su humillación lo llevó a dar su vida en la cruz, mostrando el amor más grande que puede dar un ser humano.
Juan 15. 13. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
JESÚS CEDIÓ SU DERECHO A UNA BUENA REPUTACIÓN.
La manera sobrenatural en que fue concebido, arrojó sospechas sobre la reputación de su madre y de él. José quiso dejar a María en secreto. Los líderes religiosos rechazaban el hecho de haber sido concebido por el Espíritu Santo y haber nacido de una virgen. En sus mentes, era un hijo ilegítimo.
Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, cuando vino al mundo “se despojó de sí mismo”. Nació en la pobreza de un establo, y el pueblo donde creció tenía tan mala fama, que cuando Felipe le contó a Natanael acerca del Señor: Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? el peor daño a su reputación ocurrió cuando fue arrestado, acusadofalsamente de muchos crímenes, y sentenciado a muerte de cruz. La recompensa su cesión de derechos, fue el habernos redimido.
Un deseo frecuente que tenemos, es ser aceptados. Estamos muy concientes de lo que otros piensan de nosotros, de quién nos quiere y quién no. Si le entregamos a Dios nuestro derecho a una buena reputación, ya no estaremos preocupados por el que dirán, sino por representar a Cristo correctamente. Si nos ocupamos de la reputación de Cristo como si fuera la nuestra, entraremos a un nuevo nivel de madurez y de propósito espiritual para nuestra vida.
Padre, gracias por el ejemplo de Jesús para mi vida. Te pido no pensar más en mí, sino en lo que tú estás haciendo a través de mi vida. En tu propósito, en todos los que quieres alcanzar a través de mí. En el nombre de Jesús, amén.
