Los padres y madres nos molestamos por las conductas rebeldes y desobedientes de nuestros hijos. ¿Esto quiere decir que amándolos incondicionalmente no debemos disciplinarlos o exigirles ciertos comportamientos? Por supuesto que no, hay que corregirlos, pero de tal forma que nunca duden de nuestro amor. La manera de hacerlo es como Dios lo hace: Primero nos Ama y luego nos corrige, en este orden. Muchos de nosotros, corregimos… corregimos…y corregimos y luego amamos. ¿Eres tú normalmente de esos padres y madres?
Nuestras actitudes, palabras y acciones nunca deben llevar a nuestros hijos a cuestionar el amor que les tenemos. Necesitan saberse amados aun en los momentos en que los disciplinamos.
Proverbios 3. 11-12. No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;
12 Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.
REFLEXIONES:
• ¿Cada uno de tus hij@s saben que los amas incondicionalmente?
• ¿Se los has dicho alguna vez?
• Si dudan de tu amor, ¿te atreverías a preguntarles por qué?
• ¿Y si te dijeran las razones, las aceptarías sin cuestionarlas?
• ¿Estarías dispuest@ a pedirles perdón de corazón, y a perdonarlos para reconciliar la relación?
Padre, gracias porque ahora puedo entenderlo. Tu gran amor es el que me corrige porque quieres lo mejor para mí. De igual forma, yo quiero lo mejor para mis hijos y tú me enseñas a corregirlos con amor. Porque los amo, los disciplino. Te pido que ellos puedan saberse amados al ser corregidos, en el nombre de Jesús, amén.
