LIBRES POR MEDIO DE SU VERDAD Y PODER.

El Señor Jesucristo nos libera por medio del conocimiento y la revelación de su verdad, al mantener una fe constante, es decir persistente en su Palabra:

Juan 8. 31-32. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

La salud mental y emocional se recupera y se sostiene creyendo LA VERDAD QUE
ESTÁ EN LAS PALABRAS DE JESÚS. Necesitamos conocer al Padre, al Señor Jesucristo y por la revelación del Espíritu Santo, creer y vivir en su verdad, saliendo de todo engaño y mentira. Oremos esto con fe y en voz alta.

Efesios 1. 16-20. No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero…

SALUD MENTAL ES: Recuperar el equilibrio en espíritu, mente, emociones y
voluntad, a partir del conocimiento de la verdad de Cristo; y de la fe que ponemos en sus promesas. Por el contrario, toda enfermedad mental y emocional tiene su raíz en un conocimiento distorsionado de Dios, y de su amor y planes para cada uno. Nos urge alimentarnos a diario de su verdad.

Padre, gracias por tu revelación, por tu verdad, por tu amor. Porque tú quieres que sea verdaderamente libre. Creo en ti, en tus palabras, en tu amor, en tus promesas, en el sacrificio que Jesús hizo por mí. Te pido perdón por tanto orgullo y soberbia en la que he vivido. Me humillo ante tu presencia. Reconozco que sin ti no puedo, pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Tu palabra es mi medicina. En el nombre de Jesús, amén.

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