RESTAURANDO MUROS Y PUERTAS

Cuando recibimos a Jesús como Salvador y Señor, el Padre reconstruye su templo y su habitación dentro de nosotros. ¡Nuestro espíritu es regenerado y su Espíritu Santo viene a vivir ahí! Ahora somos su templo.

Ezequiel 36. 27. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Sin embargo, nuestra alma y cuerpo, quedaron practicamente iguales, por lo que nos invita a participar en su restauración y renovación.

El ALMA es la parte de nuestro ser donde tenemos problemas mayores. Sus paredes y puertas necesitan REPARACIÓN urgente. En el libro de Nehemías, encontramos un referente hermoso, de cómo el Espíritu Santo trabaja con nosotros en la reconstrucción de los límites en nuestras vidas. Nuestra alma ha recibido los embates del abuso, el maltrato y las aflicciones del mundo, y ha quedado dañada y quebrantada. El Señor nos llama renovarla, restaurarla y reedificarla con su Palabra.

Isaías 61. 4. Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.

Padre, gracias por esta nueva vida que me has concedido en Cristo Jesús. Estás tan cerca de mí como mi propio corazón. Me escogiste como tu morada, la morada de tu gloria. Limpia y perfecciona mi alma, mi corazón para que habites en ese lugar que tu planeaste desde antes de la fundación del mundo. Para que muestres tu vida a través de mi vida en todo momento. En el nombre de Jesús, amén.

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