Nuestro Padre tiene emociones y sentimientos. En muchos pasajes de la Biblia descubrimos su personalidad (intelecto, emociones y voluntad), santa, firme y perfecta. Dios no es voluble, no es de doble ánimo.
Jeremías 31.3-4. Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.4 Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas.
De igual manera, Jesucristo, el Hijo de Dios, mostró sus emociones cuando lloró ante la tumba de Lázaro, cuando sintió compasión por las multitudes, y cuando se enojó los que hacían de la casa de su Padre, una cueva de ladrones.
Lc.19. 45-46. entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Sin embargo, sus emociones y sentimientos nunca fueron pecaminosos. Nuestro problema con las emociones es que muchas veces nos hacen reaccionar de forma incorrecta, dañando a otros y a nosotros mismos.
Proverbios 15. 18. El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.
Proverbios 21. 19. Mejor es morar en tierra desierta, que con la mujer rencillosa e iracunda.
Padre, gracias por mostrarme en tu palabra, la hermosura de tu corazón y tus sentimientos. Enséñame a dominar mis sentimientos para que siempre seas glorificado en mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.
